"Marcel Duchamp, un juego entre mí y yo"

Cuanto más leo sobre Duchamp, más me entusiasma. Pintor, recuperador de objetos, travestí y protagonista de perfumes, adicto al azar y a la espuma de afeitar, portador de maletas autorreferenciales, creador de máquinas y ajedrecista. Se obsesionó con todo lo que tenía que ver con la perspectiva y la óptica, de ahí que sus obras fueran experimentos visuales. 

Lo que estaba introduciendo con sus reflexiones no era tanto un estudio acerca de los modos de visión sino de la manera en que estos se descomponen. En la década de los años veinte, Duchamp estaba ya más que seguro de la profesión que quería ejercer: se cuenta que, a partir de entonces, el ajedrecista llevaba consigo una tarjeta de presentación en la que podía leerse: “Marcel Duchamp. Oculista de precisión”.

Para Duchamp. los objetos se relacionaban libremente, y solo el artista es quien certifica su existencia como objeto artístico.

Pero, ¿por qué hablo tanto de Duchamp de repente? Preguntaréis. Pues porque este jueves la editorial Turner presenta el libro: Marcel Duchamp, un juego entre mí y yo, que tiene una pinta maravillosa. Se trata de un recorrido ilustrado por su pensamiento artístico. 





Por cierto, buscando en la red información sobre Duchamp, hay que ser UN INCULTO para escribir un artículo como este. Porque limitar la influencia de este genio a su Fuente, es como decir que los impresionistas solo pintaban florecitas. 



Comentarios

  1. El caso es que el urinario de Marcel Duchamp me quiere sonar, no sé, no sé. Mi INCULTURA es supina, pero una vez, una artista me ilustró, lo justo para pasar la mañana. Con tus referencias, intentaré hacerme con el libro.

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